Nombre de empresa
Al leer este artículo, el lector puede estar en diferentes momentos vitales, relacionados con algo tan importante como el nombre de empresa. Bien porque ya está definida la idea y el modelo de negocio y la startup necesita encontrar un buen nombre de empresa. O porque el negocio lleva años funcionando, y el nombre de empresa no es lo más acertado del mundo, o sencillamente es un calvario.
En la era de las comunicaciones, estamos todos de acuerdo que hoy lo importante es que nuestra empresa pueda comunicarse con los clientes. ¿Qué significa comunicarse?, algo tan básico como establecer el vínculo entre emisor y receptor y que el mensaje llegue, y sobre todo, que se entienda. Aquí el nombre de empresa, de producto o de servicio, es determinante.
Si el nombre de empresa no comunica, no llega, es porque están pasando una o varias cosas al mismo tiempo, por ejemplo:
- El nombre no se entiende.
- No se logra retener.
- No se consigue asociar el nombre con el producto, servicio, con la empresa o sector productivo.
- Es muy difícil de pronunciar.
- Es un nombre desagradable.
- El nombre está asociado a significados peyorativos.
- El nombre tiene también otros significados que nada tienen que ver con nuestro negocio.
- El nombre está mal construido en cuanto a los morfemas, fonemas y sintaxis.
El difícil arte del Naming o proceso de elección del nombre de empresa
Detrás de la denominación de una empresa, un producto, un servicio o una campaña, está el naming, es decir, todo el proceso creativo que se pone en marcha para crear el nombre, que finalmente nos va a identificar, bien, mal o regular, ante nuestro público objetivo.
Así, la denominación de una empresa, producto o servicio, se considera una parte crítica del proceso de desarrollo de la marca, que incluye todas las actividades de marketing y comunicación que afectan la imagen de la empresa. Desde ahí, se construye la identidad corporativa, que incluye el posicionamiento y el diseño del logotipo, entre otras cuestiones muy importantes.
Precisamente por este motivo, y rescatando lo que comentamos anteriormente, un nombre de empresa que no se entiende o que es muy difícil de pronunciar, deja de ser un aliado, para convertirse en un serio problema. Si no retienen el nombre de mi empresa, ¿cómo me van a encontrar?, ¿cómo llego al consumidor, en un mercado altamente competitivo? Conocemos casos donde se destinan esfuerzos titánicos, en tiempo y dinero, costosísimas campañas de marketing, para intentar saltar el principal escollo de la empresa o del producto en cuestión: su nombre.
También sucede que el nombre que hemos elegido tiene también otros significados, que nada tienen que ver con mi sector productivo, y entonces nuestras acciones se pierden o se confunden con el otro sector. El responsable de desarrollo de negocio se querrá tirar de los pelos al comprobar que su estrategia choca una y otra vez con este problema de origen: un nombre de empresa desafortunado.
Vamos a ver primero una pequeña guía de conceptos, asociados a los nombres, para luego evaluar qué hacer.
¿Qué tipos de nombre de empresa puedo usar?
Existen principalmente 7 tipos generales de naming de los que se pueden tener como referencia:
- Descriptivo o genérico. Son los nombres más sencillos u obvios que van a describir fácilmente tu empresa, producto o servicio. Por ejemplo: GAS NATURAL o TELEFÓNICA
- Acrónimos y Siglas. Un acrónimo es un nombre propio, y es la suma de los significados de las palabras que lo generan. Y una sigla, es la abreviatura formada por las letras iniciales de un sintagma. Ejemplos: FIAT (Fabrica Italiana Automobili Torino) o CNN (Cable News Network)
- Abstracto o Inventado (neologismo). Se refiere a un nombre poco concreto y difícil de entender. Por ejemplo: ZAPPOS o MITSUBISHI
- Sugerente o Metafórico. Es la construcción de un nombre donde mediante la metáfora, podemos expresarnos de una manera más eficaz, más interesante o más bella, exótica o diferente. Por ejemplo: NIKE (Dios griego de la victoria) o AMAZON (el río más largo del mundo)
- Evocativo. Son nombres que huyen de los conceptos más descriptivos, para relacionar a la marca con asociaciones más positivas y coherentes con la personalidad de la empresa. Por ejemplo: NETFLIX o TWITTER
- Asociativo. Cuando asociamos el nombre con un concepto inequívoco. Por ejemplo: PUMA o JAGUAR
- Geográficos. Cuando hacen relación a un país, región o lugar. Por ejemplo: NOKIA (río finlandés) o BANCO SANTANDER
Podemos abordar la importancia del naming desde múltiples puntos de vista, habitualmente nos centramos solo en la parte creativa, de historia, de valores y dejamos fuera una parte imprescindible, la del sentido común. Claro que en el naming tenemos que incluir los valores de la compañía, pero no podemos ponérselo difícil a nuestros futuros clientes.
El mejor naming es aquel que llega a generar una categoría de producto en sí mismo, como: Uralita, Termomix, Colgate, WhatsApp, etc. Llegar a conseguir eso es complicado y requiere de mucho trabajo, dedicación y tiempo. En Comunica Mejor tenemos un caso de éxito que ha llegado a nombrar una categoría de producto, caso que analizaremos en detalle en otro artículo. Algo que no podemos olvidar es que para generar esta fuerza de naming es casi imprescindible ser el primero o de los primeros en ese producto o tecnología.
¡Pero cómo no voy a poner el apellido de mi familia a la empresa!
Eso es lo que debió pensar a principios del siglo XX, Enzo Ferrari, cuando creó la fábrica de automóviles superdeportivos FERRARI, con sede en Maranello, provincia de Módena. Pero Enzo no fue el único, y en el mundo del motor, hay grandes compañías que deben su nombre de empresa al apellido de sus fundadores, como: Alfa Romeo (Nicola Romeo), Aston Martin (Lionel Martin), Bentley (Walter Bentley), Chevrolet (Louis Chevrolet), Ford (Henry Ford), Suzuki (Michio Suzuki) y Honda (Soichiro Honda).

Fuente: Marca.com
Enzo y demás compañeros de carreras no estaban muy desencaminados. Si echamos la vista atrás, unos cien años, más o menos, la mayoría de los negocios se llamaban tal como el apellido del fundador. Así, a la lista que ya hemos visto del motor, podemos añadir marcas muy conocidas y consolidadas, que deben el nombre a sus fundadores, como: Heinz, Gillette, Singer, Firestone o Marriott
Pero el mercado ha cambiado, y las empresas familiares, aunque siguen existiendo, han dejado paso a una mayor profesionalización, donde cada vez hay un menor rastro del nombre o apellidos de los fundadores en las empresas. Hoy día, las llamadas “Big five”, las 5 mayores compañías del mundo por capitalización bursátil, son: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook. Ni rastro de Bezos, Mark Zuckerberg, Gates, Jobs o Larry Page.
No obstante, existen sectores como los de diseño de ropa, sector culinario y gourmet, o consultoría, en los que el nombre es indivisible de la reputación, porque le agrega valor, como Deloitte, Versace, Louis Buitton, Osborne, o Ernst & Young.
El nombre de empresa y el big data caminan juntos
Llegados a este punto, y por mucho que nos duela, tenemos que dejar el ego a un lado. Nosotros, los fundadores, en términos generales, no debemos trasladar nuestra identidad personal (nombre y apellidos) al propio nombre de la empresa.
Hay que añadir otra tipología, que no está precisamente entre las 7 descritas anteriormente, y tiene que ver con los nombres que vienen de una historia o una leyenda. Al igual que el linaje, las historias tienen mucho peso, una gran trascendencia para las familias, y más aún las leyendas. Se puede dar el caso que el nombre sea complicado, difícil de pronunciar y por lo tanto de retener, pero detrás de ese nombre, damas y caballeros, hay una historia, con mayúsculas!.
Entonces el poder del relato, va a funcionar a modo de justificante, que termina siendo un cheque en blanco, porque tendrá que pagar muchas facturas en campañas y acciones de comunicación y marketing, para intentar llegar allí, a la mente del consumidor, donde el nombre de empresa no puede.
Y aquí es donde nos debemos hacer la siguiente pregunta: ¿elegimos un nombre de empresa para facturar o para que nos recuerden? Para nosotros, en comunica mejor, la respuesta es clara:
- El nombre de empresa cuanto más relacionado pueda estar con nuestro sector productivo, y más conectado con lo que demanda el consumidor, mucho mejor. Es más, al hablar de demanda, estamos hablando de palabras claves (data) que nos ofrecen un panorama de conceptos que podemos traducir en nombres muy concretos para nuestro negocio.
Así, será más fácil que nuestro futuro cliente nos encuentre, si el nombre de nuestra empresa está fuertemente vinculado a su demanda, y no a un apellido o historia singular.
Ponte en las botas de tu cliente, también en la elección del naming.
Si tu cliente potencial busca el servicio o el producto de una determinada manera en internet, ¿por qué ponérselo difícil?
Una empresa de alquiler de viviendas tendrá más búsquedas orgánicas si tiene un naming sencillo con la palabra alquiler. Esto a nivel digital, pero a nivel off-line pasa exactamente lo mismo. Y si además de tener la palabra clave, el propio naming describe la actividad, se lo ponemos mucho más sencillo al potencial cliente
A nuestro juicio, el arte de elegir un buen nombre de empresa, tiene que partir desde el pragmatismo, para luego completar su identidad con la épica o las emociones, si se quiere.
En Comunica Mejor, podemos ayudarte en este proceso, tanto si estas en la búsqueda de un buen nombre de empresa, producto o servicio, o porque el nombre elegido no es el más adecuado.
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