Inteligencia artificial: un desafío y una oportunidad para la comunicación
Hace algo más de una década la Inteligencia Artificial (IA) era ese algo cautivador y asombroso que la tecnología nos regalaría en el futuro. La herramienta definitiva para ampliar el horizonte de nuestro pensamiento hasta el de las máquinas que nos podría ayudar a predecir resultados, detectar riesgos y por tanto reaccionar ante las crisis. Hoy llevamos meses, casi años, hablando y trabajando con ella y para ella, incluso, el pasado año se convirtió en la palabra del año para los medios de comunicación.
Este aliado de la ciencia que es la IA ya forma parte de nuestro presente. A través de algoritmos y aprendizajes automáticos y profundos, realiza operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana, como el autoaprendizaje. La inteligencia artificial es ya un término clave que empresas y profesionales de la comunicación tenemos encima de la mesa para buscar nuevas oportunidades con las que mejorar los resultados de nuestras estrategias o ampliar la calidad de nuestras informaciones, por ejemplo. En definitiva, y como parte imprescindible de nuestro trabajo para crear una comunicación más efectiva y clara.
Aprendizajes en un ecosistema convulso
Al mismo tiempo también barajamos los riesgos que implica su aplicación especialmente cuando somos consciente que nos movemos en el gris y tortuoso contexto de posverdad en el que Internet y la tecnología nos situó hace ya décadas. Los bulos, las noticias falsas y las informaciones sesgadas se viralizan a la velocidad de la luz. Es justificado pensar que si estas pseudoinformaciones nos rodean también acaban formando parte de las bases de datos que manejan las redes de la IA y por tanto que se redimensionan y se transforman en los resultados informativos que nos dan los nuevos sistemas de lenguaje artificial, como por ejemplo ChatGPT.
En definitiva, la IA nos puede llegar a servir un cóctel perfecto de información falsa, sesgada y/o errónea. Es por tanto, todavía, muy necesaria la revisión y la actuación de la inteligencia humana para seguir eligiendo y analizando nuestras fuentes de información y seguir desarrollando el pensamiento crítico, característica de la carece todavía la IA.
La comprensión, el análisis y discernir entre distintas opciones es patrimonio absoluto del pensamiento humano. Habrá que seguir cultivando y aplicando a nuestro trabajo y al día día. Mientras esperamos que los profesionales de la computación se encarguen de incorporar estas destrezas a la inteligencia artificial de segunda, tercera o cuarta generación.
Riesgos y oportunidades que nos deja la IA
Sin duda, estas tecnologías avanzadas han dado un paso de gigante hacia lo que está por venir. Hay que pulir muchas aristas y aprovecharnos de las nuevas coyunturas que el auge de la IA está teniendo para el sector de la comunicación. Afrontar los desafíos valorando qué cambios pueden provocar para nuestra seguridad, nuestra sociedad y también en nuestros empleos
Para la comunicación ya podemos disfrutar de algunas ventajas que ya han modificado nuestra manera de entender la información.
- Personalización de la información y de la comunicación. Ya lo estamos viviendo, el banco de datos de la IA es un generador increíble para ofrecer información a la carta. Según nuestros gustos e intereses podemos crear nuestro propio medio en el formato que queramos, con las noticias que nos interesan. Seleccionado en una sola publicación todo aquello que resulte de nuestra predilección, cree una tendencia en el mercado o respalde la atracción de un público determinado.
- Automatización de las tareas. Tareas como la interacción con usuarios ya se han puesto en marcha con éxito. Los chatbots se encargan de responder directamente con el público y recopilar información esencial para desarrollar estrategias futuras. También pueden ser usados para clasificar correos electrónicos relevantes o temas de alto interés para la empresa.
- Crear un plan estratégico complejo. La información es y ha sido el poder. La capacidad de estos sistemas inteligentes para procesar datos les convierte en la herramienta de gran valor para manejar todo aquello que en un plan de comunicación complejo puede resultar complicado a los profesionales. Ya que pueden mezclar variables en diversos ámbitos para dar con las soluciones más adecuadas. Asimismo, puede detectar cambios sociológicos que atañen a la reputación de las empresas o que permitan detectar problemas en origen y así anticiparnos a posibles crisis.
En el otro extremo nos encontramos la amenaza de los contenidos tóxicos y malintencionados:
- Informaciones falsas o erróneas. Este tipo de información malintencionada, descontextualizada pero sobre todo viralizada que llega a todos y a todas partes, tiene en la IA su caldo de cultivo cuando esta no discrimina el origen y la intención de dichos contenidos.
- Revelar datos de identificación personal y exposición a estafas. A pesar de los altos estándares de protección de datos y de los sistemas de identificación, cada vez estamos más expuestos a posibles estafas. Nuestros sistemas democráticos están tratando de legislar de manera más profunda para que no se vean afectados nuestros derechos fundamentales. La tecnología en las manos equivocadas se convierte en un arma de destrucción masiva.
- Ideas sesgadas o discriminatorias. Como ya habíamos adelantado el pensamiento crítico no forma parte siempre de los resultados aportados por la inteligencia artificial. Los algoritmos y la automatización no tienen los criterios de discriminación que tiene el análisis y los razonamientos de la lógica de nuestro intelecto. Consumimos información por encima de nuestras posibilidades sin analizar su calidad y su veracidad.
Está claro que los avances tecnológicos siguen creciendo para ayudarnos en nuestras tareas a la vez que aprendemos con criterio los nuevos retos que también provocan. Somos nosotros los que debemos ser capaces de usarlas y avanzar en el sentido correcto. Pero sin duda deben de ir paralelas a las decisiones que tomamos en nuestros negocios y proyectos como desarrollar una estrategia de comunicación, sustentada en un plan sistemáticamente estructurado.
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